Hoy recordamos a cinco años de su paso a la inmortalidad, al compañero Presidente Néstor Kirchner.
Hoy más que nunca, ¡Nunca Menos!
“Néstor Kirchner, algunos trazos esenciales.
¿Se puede dimensionar cabalmente a Néstor Kirchner a sólo un año de su muerte? ¿O su real dimensión de estadista necesita el transcurso del tiempo histórico para poder comprender su estatura de gigante y su epopeya refundacional de la Argentina?
(…) Néstor no fue una estrella que irrumpió en el firmamento con la velocidad de la luz, y de la que sólo nos queda su estela fugaz. Tampoco fue el paciente labriego, que empuña silencioso el arado, abriendo con empeño los surcos para que las mieses despunten algún día; ni su envés: el profeta apocalíptico del tiempo nuevo, sembrando vientos en busca de recoger tempestades; ni el mero orador de verbo encendido que hipnotiza a las masas tras una ilusión: la convicción de su discurso estaba en su sencilla pero irreductible racionalidad opuesta al mesiánico, poseído de la creencia de un destino manifiesto, que busca ser reconocido en un acto de fe. No era lo que estrictamente llamamos un “intelectual” que hace del conocimiento teórico su sola arma de combate, pero tenía en cambio, una muy firme cosmovisión del mundo tensionada siempre entre su firmeza ideológica y su pragmatismo equilibrador. Sin duda era un animal político, sin resuello las veinticuatro horas diarias, pero distante de la figura de un iluminado, o del caudillo de la vieja política. Su modernidad y su ascetismo personal, carente de toda grandilocuencia contrastaba con las imágenes amarillentas y obsoletas de la mediocridad mafiosa y perdularia, es decir viciosa e irrecuperable, de sus congéneres que habían convertido el quehacer político en un burdel.
(…) Pero Néstor no apareció por un capricho de la historia: pudo convertirse en forjador de una nueva Argentina, porque en primer lugar fue un forjador obstinado de si mismo, pero además, porque estaba absolutamente convencido de que otra Argentina era posible, y tenía profundamente imaginado cómo debía procederse desde el poder para hacerla realidad; y por último tenía un confianza ciega en el pueblo.
(…) Pero no debe nadie confundirse, no fue aquel 25 de mayo del 2003, que los entresijos de la crisis parieron a Kirchner como líder y conductor. Los líderes no se improvisan ni nacen de la galera de un avispado asesor de imagen como creen algunos imbéciles, cuya desmesurada ambición es inversamente proporcional a sus paupérrimas condiciones personales.
(…) La condición de líder y conductor nacional capaz de colocarse al hombro un país en llamas para transformarlo, exigía algo más que la experticia. Para plantarse como lo hizo, era preciso esa síntesis de coraje y de sentido heroico de la vida, que llevaba en la mochila de sus sueños juveniles como un hombre de la generación del setenta, encubiertos debajo de su piel, como inmanentes a su condición humana.
(…) ¿Qué modelo de país, tenía Néstor en su cabeza aquel 25 de mayo de 2003, más allá de su plataforma electoral? No es difícil de resumirlo: tenía la matriz histórica del peronismo, aquel que había proporcionado al país, su mayor cuota de soberanía política nacional y había proporcionado al pueblo argentino su mayor etapa de dignidad y de felicidad, con su sentido de Patria, Justa, Libre y Soberana, rescataba las epopeyas históricas de la resistencia y los sueños de una generación –la de Néstor y Cristina- que escribió con su propia sangre, el mandato sanmartiniano de “libres o muertos, jamás esclavos”.
Néstor no necesitó ponerle la marca registrada a cada afirmación, porque hablaba al pueblo que en su memoria colectiva sentía en su voz, esas palabras que le traían la resonancia de histórica de su dignidad y felicidad que les había sido robada a lo largo del tiempo por los mercaderes de la política.”
Fragmentos del Prólogo de Eduardo Luis Duhalde, Cuadernos de la Militancia N°2, Discursos del Presidente Néstor Kirchner 2003-2007 (primera parte). Ediciones Punto Crítico, Buenos aires, 2011.
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